jueves, 20 de noviembre de 2014

Rubéola

Virus rubivirus, familia togaviridae, 1 hebra de ADN, aparece 5-7 días después. Su modo de transmisión es directo. Sólo al ser contraída por la madre durante el embarazo, supone una grave amenaza para el feto; con abortos espontáneos en el 20% de los casos.2 Se caracteriza por una erupción en la piel, la inflamación de las glándulas y, especialmente en los adultos, dolores en las articulaciones. Por lo general la erupción en la piel dura unos tres días y puede presentarse acompañada de una ligera fiebre. Hasta la mitad de las personas afectadas no presenta ningún síntoma en absoluto.




SÍNTOMAS: Los síntomas comienzan entre los 14 y los 21 días después de la infección. La rubéola se caracteriza por la aparición de pequeñas erupciones en la piel de un color rosáceo que se inician en la cabeza y progresan hacia los pies, haciéndose más intensa en el tronco, que no provocan picores ni molestias y suelen desaparecer en pocos días. Las erupciones suelen mostrarse uno o dos días después del contagio. Junto a las manchas rojizas, los síntomas de la rubeola son bastante similares a los de un síndrome gripal, con malestar general, fiebre poco intensa, enrojecimiento de los ojos, dolor de garganta (faringitis) e inflamación dolorosa de ganglios alrededor de la nuca y en la región posterior de las orejas.





EPIDEMIOLOGÍA: La rubéola es de distribución mundial, pero su incidencia real es desconocida. En general es una enfermedad infantil, de preferencia entre los 5 y 9 años, pero no son excepcionales los brotes en adultos, sobre todo en grupos semicerrados (militares, estudiantes…). La incidencia de la enfermedad ha disminuido drásticamente desde la introducción de la vacuna, tanto la rubéola postnatal como la más grave rubéola congénita, sobre todo en países desarrollados. En algunas regiones incluso se ha interrumpido la transmisión, como es el caso de la región OMS de las Américas desde 2009.



PREVENCIÓN: La vacuna triple vírica, que protege frente a la rubéola, el sarampión y las paperas, se muestra eficaz en casi la totalidad de las personas a las que se le administra. Es una vacuna combinada que se recomienda en la niñez. Es aconsejable administrar la primera dosis cuando el niño cumple 15 meses, aunque en algunos casos no proporciona la inmunidad adecuada, por lo que se suele facilitar una segunda dosis antes de la escolarización (entre los cuatro y los seis años) o antes de la adolescencia (entre los once y los trece años). En cualquier caso, también se recomienda la vacunación en personas adultas que no recibieron la inmunización durante la infancia.

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DIAGNÓSTICO: El diagnóstico se basa en los síntomas típicos. Sin embargo, muchos casos de rubéola se diagnostican erróneamente o son leves y pasan inadvertidos. Es difícil su diagnosticación ya que las erupciones en la piel suelen ser poco intensas y de escasa duración. No obstante, se puede conocer mediante un análisis de sangre si la persona ya ha padecido la enfermedad y por tanto es inmune.



TRATAMIENTO: No existe un tratamiento específico para la rubéola. La actuación de los especialistas durante la enfermedad suele centrarse en el control de los síntomas y va dirigida a mitigar la fiebre y el malestar general, como si se tratara de un proceso gripal. Se recomienda reposo y el aislamiento del paciente para evitar nuevos contagios. Hay que acudir al pediatra si el niño con rubéola respira con dificultad o la tos dura más de cuatro o cinco días. Se administran antibióticos en caso de infecciones bacterianas (otitis o neumonía).





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